Capítulo 8

 

8.

Recuerdos.

 

Ana Berríos. Sí queremos saber en realidad quien es Ana, entonces debemos de dar un salto al pasado y averiguar más a fondo el pasado de Ana. Ana nació en Monterrey hace 25 años en el medio de una familia numerosa y disfuncional. Su padre era alcohólico y su madre era una celosa exagerada. Claro que Ana, en un principio, se llamaba Rodrigo y lo fue hasta los 16 años que comenzó a tomar hormonas femeninas. Un día asistió a la preparatoria cómo cualquier persona de su edad y al salir, unos jóvenes que asistían a su misma escuela, abusaron físicamente de ella dejándole marcas de por vida. Después de eso, su padre le dijo que él se lo había buscado y Rodrigo, deprimido y en pleno proceso de cambio de sexo, decidió abandonar Monterrey con su hermano para irse a vivir a la capital donde años después, lograría su objetivo de convertirse en quien realmente él creía que era. Una mujer.

Años después de duro trabajo cómo vendedora de cosméticos, Ana conoció a un sujeto llamado Jesús. Se conocieron como normalmente se  conoce la gente en esta ciudad, en una fiesta. El la invitó a bailar y ella aceptó. Platicaron por horas hasta que acabo la fiesta y después se pusieron de acuerdo para volver a verse. Días después le dijeron a Ana que Jesús no sabía que ella era él y Ana, asustada, decidió actuar de una forma inconsciente y no le mencionó nada a Jesús. Y así pasaron los meses y los meses se convirtieron en un par de años hasta que Jesús tuvo la idea de proponerle matrimonio. Ana tenía solo 22 años pero sabía que quizás nunca en la vida se volvería a presentar una oportunidad como la que se le servía en bandeja de plata. Así que aceptó. Pero algo pasó, algo que hizo que Jesús se arrepintiera.

Y volviendo a la actualidad. Ana ya estaba planeando su venganza después de dos años de espera. En esos dos años Ana había planeado cuidadosamente su venganza, desde fingir su muerte hasta lo que culminaría con su historia. Ana ya había esperado por dos largos años este momento pero su paciencia se agotaba.

Ana llegó esa tarde a la casa donde tenía a Jesús y como era parte del trato, Ana desató a Jesús y a cambio este le daría la información que ella estaba buscando.

—Por fin ha llegado el día, el día que he estado esperando durante tanto tiempo, el día en que todos se acordarán de quien fue Ana Alba. Ya cumplí con lo mío, te desaté, puedes ir al baño tu solo, ¡Pero! Si se te ocurre hacer alguna estupidez como escapar, con una simple llamadita desde mi celular, haré que no tengas ningún primogénito al cual darle tu apellido —dijo Ana sonriendo.

—No necesito ir al baño, si lo voy a hacer lo voy a hacer y ya. Por más que traté de recordar la dirección de Marcos no lo logré, pero se cómo llegar, si quieres, te puedo guiar y cuando compruebes que él vive ahí entonces me liberarás —propuso Jesús.

Ana soltó una carcajada y abrió las persianas de la ventana.

—¿Tú crees que soy idiota? Ya me sé ese truco, lo he visto en series, telenovelas y películas. No me quieras ver la cara de pendeja. Claro que me acompañarás, pero entonces tendré que atarte de nuevo.

—¡Has lo que quieras, a mí no me importa! Pero antes quiero estar seguro de que tengo tu palabra de que no le harás nada malo a Adriana ni a mi bebé, dame tu palabra y te doy lo que quieres —dijo Jesús.

Jesús sabía que Ana nunca había sido una persona muy fiel a sus tratos, ni siquiera a sus compromisos.

—De acuerdo, tienes mi palabra —concluyó Ana.

Ana chasqueo los dedos y enseguida entraron unos hombres para escoltar a Jesús al auto de Ana.

 

Supe lo que era el significado de la infidelidad cuando tenía escasos 8 años. Lo recuerdo tan perfectamente que a veces pienso que ese día sucedió ayer, pero no. Era la sexta pelea entre mi padre y mi madre en esta semana ya que su matrimonio estaba pasando por una etapa en la que ya no sabían sí aún se amaban. La noche de la última pelea escuché a mi madre gritarle varias groserías a mi padre en hebreo, pero, como yo asistía a una escuela donde además me enseñaban a hablar hebreo, lo entendí todo. Tiempo después llegué a la conclusión de que discutían en hebreo para que mi hermana menor de tan solo 5 años no se enterara de lo que estaba pasando, pero hasta un sordo se daría cuenta de lo que estaba pasando. Mi madre le reclamaba cosas que yo no entendía muy bien, le decía que lo vio besándose con esa otra mujer y que no había sido la primera vez que lo había visto. Yo, confundido, no veía el problema en que mi papá besara a otras personas, después de todo, a los adultos les gustaba besarse.

Un año después, parecía como si mis padres hubieran logrado resolver todos sus problemas y hacer borrón y cuenta nueva, ya que no peleaban, de hecho, ni siquiera se hablaban. Hubo una noche en la que mi papá nos llevó a mí y a mi hermana una película al cine y cuando regresamos yo entré corriendo a la casa porque tenía muchas ganas de orinar y, cuando entré al baño, vi a mi mamá en la tina de baño con un hombre que no sabía quién era. Y entonces me hice una definición más extensa de lo que era el adulterio. En ese entonces lo comprendía así: sí dos personas se aman y se casan, lo hacen para estar solo ellos dos sin ver a otras personas, de lo contrario, ‘‘יישרף בגיהינום’’, lo que traducido al castellano sería, ‘‘Arderán en el Infierno’’. Pero tal parece que aquella experiencia no me asustó demasiado, ya que llevaba una semana viéndome a escondidas con David.

—No entiendo cómo es que termine así.

Le dije a David mientras estábamos acostados en su cama, tapados simplemente con sus sabanas de algodón.

—Claro que lo entiendes pero solamente no lo quieres decir en voz alta. No estabas feliz con el güey ese y por eso me buscaste a mí.

—¿Qué quiere decir eso? ¿Qué eres algo así como un proveedor de felicidad o algo por el estilo? —Le pregunté.

—Pues en vista de que llevamos ya 9 días haciendo esto supongo que sí, soy algo así como tu Santa Claus —respondió David.

—Pero es muy diferente la felicidad que tú me das a la felicidad que yo estaba buscando. Lo cierto es que ya ni siquiera sé cuál es el verdadero significado de la felicidad, antes creía que al encontrar a alguien a quien amar me haría feliz pero me doy cuenta de que no es así y no sé hasta cuando podré seguir con esto.

—No lo entiendo. Ya te dije que terminemos con esto, ve a contárselo y vuelve conmigo sabes que conmigo si serías realmente feliz, sin necesidad de andarnos escondiéndonos cómo si fuéramos unas malditas prostitutas —dijo David y se sentó.

—Es más complicado que eso David. No puedo llegar y simplemente decirle a Paul que le he puesto el cuerno. Él ya es parte de mí y aunque termine con él, él va estar en mi conciencia junto con una vocecilla que me diga que soy un asco —le dije.

—Andy, nosotros somos quienes dirigimos nuestras vidas. Sí tú quieres seguir adelante con esta mentira entonces más grande se va hacer ese conflicto en tu cabeza. Y además a mí me gustaría que no tuvieras que correr a su casa cada que te llama por teléfono, me gustaría que no me dijeras que guardara silencio cuando hablas con otras personas y me gustaría que me dejaras de presentar como tu amigo a tus conocidos —dijo David.

Era obvio que tenía un problema, ya no podía salir de esto tan fácil ya que ahora estaba enamorado de dos personas al mismo tiempo.

 

Conocí a Alexander Valdellós, Alex, cuando él y Marcos eran novios o algo parecido, ¿Qué cómo se conocieron? Jamás me lo quisieron decir, quizás porque estaban demasiado borrachos como para recordar o quizás por qué simplemente lo querían mantener en secreto. El día que lo conocí llegue al antiguo departamento de Marcos al sur de la ciudad. Se suponía que ese día nos veríamos en el centro comercial de Santa Fe para después irnos a una fiesta, pero Marcos jamás llegó, así que molesto me dirigí a su casa y al tocar la puerta nadie me abrió pero sin embargo yo sabía que estaba en casa ya que escuchaba risas y murmullos a través de la puerta.

—¡Sé que estás ahí maldita rata de dos patas, así que será mejor que abras la puerta o la tirare! —Exclamé del otro lado de la puerta.

—Mierda ¡¿Es tu novio?! ¡Me dijiste que no tenías novio! —le dijo Alex a Marcos molesto, dentro del departamento—. Dile que se vaya.

—No me voy a ir de aquí hasta que me abras la puerta —dije.

—No se va a ir, habla en serio —dijo Marcos.

Marcos abrió la puerta y lo vi completamente desnudo. ‘‘No está nada mal’’, pensé, pero no había ido a su casa para ver sus genitales. Entré muy molesto reclamándole a Marcos porque me había plantado y, mientras esperaba una excusa ridícula, vi que había ropa tirada por todo el suelo y las prendas formaban un camino hasta la habitación de Marcos, seguí ese camino y ahí vi a Alex sentado en la cama completamente desnudo.

—Hola —me dijo Alex sonriendo y sin pena.

Fue un momento muy incómodo. No sabía si responderle el saludo o preguntarle quien era, pero cómo no había ido a eso, decidí ignorarlo y regresar a hablar con Marcos.

—Me diste plantón, ¿Por acostarte con alguien? No me sorprende, ¡Pero normalmente siempre me avisas! —Le exclamé a Marcos.

—Es que fue algo que surgió de la nada, veras —dijo Marcos y en eso salió Alex de la habitación.

—¿Tu eres su novio verdad? —Preguntó Alex—. Perdón, no lo sabía, él me dijo que era soltero, debí sospechar cuando me dijo que lo nuestro era sin compromiso.

Alex se puso su ropa de manera muy rápida y salió del lugar.

En cuanto Alex azotó la puerta del departamento me quedé mirando sorprendido a Marcos. Ya que se había superado a él mismo al decirle a alguien tan guapo que no quería nada con compromisos.

—No lo puedo creer de veras contigo Marcos. Haber déjame aclararte las posibilidades que tienes. Ese chico, aunque no lo conozco, se ve que es buena persona además de caballeroso por la forma en la que se despidió, es muy, muy guapo y se ve que es una persona con la que podrías tener algo más que sexo casual.

—¿Y tú qué sabes de él? —Peguntó Marcos poniéndose su bóxer—. Sí, es una buena persona, es muy amable y simpático y nunca me había reído así con nadie, sí, también es muy guapo y también sé que es la clase de personas que busca algo más que solo sexo, pero hay un pequeño gran problema.

—¿Además de ser perfecto? ¿Cuál? —Pregunté.

—Es menor de edad. Y ese no es el problema del todo, ¿Sabes qué edad tengo yo? No lo digas. Pues le llevó 7 años, ¡7 años es mucho! Me haría sentir viejo es solo ver cómo nos mirarían mis amigos, pensarían que él está conmigo porqué le pago o algo así —dijo Marcos triste.

—¿Es menor de edad? —Pregunté dudoso—. Parece cómo de 20. Pero ¿Y eso que importa? Tú has superado el qué dirán desde que saliste del clóset, y salir del clóset no solo significa expresar libremente tu homosexualidad, también significa que mandes a chingar a su madre a cualquiera que se atreva a juzgarte.

—Perdóname por haberte dejado ahí plantado, debí haberte mandado un mensaje o llamado. Pero ya que estás aquí, ¡¿Quieres que te cuente qué tal es el sexo con él?! —Peguntó Marcos fascinado.

—¡No! No, no yo paso, mejor te veo el lunes —le dije.

Me despedí de Marcos y salí de su departamento. Y afuera del edificio donde vivía noté que Alex estaba sentado en la banqueta fumando un cigarro. No supe que hacer, pero después del malentendido de hace un rato supuse que lo mejor era arreglar las cosas.

—Hola —le dije pero pareció ignorarme—. Me llamó Andrés pero mis amigos me dicen Andy, digo, no es que te esté diciendo que tú no puedes llamarme así pero ay que estoy diciendo.

—¿Qué es lo que quieres? —Preguntó Alex.

—Al parecer tu pensaste que yo y Marcos éramos novios pero la verdad es que no. Nunca nos hemos acostado ni nada que tenga que ver con el sexo ni el amor, lo quiero, si pero porqué es mi amigo y acá entre nos, creo que le gustas mucho.

—¿Tú crees? ¡Claro que no! Se avergüenza de estar conmigo, siempre me dice que caminemos distanciados, que nos veamos en lugares poco frecuentados o que venga a su casa solo en la noche, en la noche que nadie nos ve, cabronazo.

—No, no, no tú estás entendiendo mal todo, él no se avergüenza de salir contigo, el cree que es al revés, él piensa que si te ven salir con alguien mayor que tu pues empezaran a decir cosas horrendas como que es una clase de pedófilo o algo así —le dije.

—¿En serio? —Peguntó Alex entristecido—, yo quiero que nos sigamos viendo, es que no se si decirlo pero bueno. Marcos es la primera persona con la que me acuesto.

Me quedé pasmado. No tuve nada que decir y me tenía que ir a la fiesta pero viendo que Alex estaba triste decidí hacer algo de lo que después jamás me arrepentiría, le invité un café para conocernos mejor.

 

Después de haber conducido por poco más de una hora de norte a sur de la ciudad, Ana y Jesús llegaron a la casa de Marcos. Ana estacionó el auto del otro lado de la calle.

—¿Lo ves? Era fácil y sencillo lo que quería, la dirección. Pero ¡Ah! No, tú querías hacer las cosas complicadas, ¿No? —Dijo Ana mirando a Jesús—. Ahora solo falta esperar a que sea verdad que Marcos vive aquí, vamos a esperar a ver si sale o entra y entonces te dejare en libertad y te podrás ir con tu novia la pendejita y tu hijo el bastardito.

—Pero tienes que prometerme que no le harás nada a Marcos, créeme que estás cometiendo un terrible error al haber vuelto. Por favor, no le hagas nada —dijo Jesús.

—¡No me vas a venir a decir lo que puedo o no puedo hacer con Marcos! Creo que jamás te he contado lo que sucedió entre Marcos y yo, bueno, aparte de que te puse el cuerno con él. Fue hace ya un tiempo, poco antes de que me abandonaras. Estaba con Marcos en una fiesta, era una fiesta de disfraces, pero los detalles no importan. Esa noche yo le pedí a Marcos que huyéramos juntos de todo y de todos pero el simplemente se negó a mi oferta, me dijo que lo nuestro era solamente sexo y que no se quería involucrar conmigo más allá de eso, pero no me rendí y le seguí insistiendo para que aceptara mi oferta de largarnos de la ciudad pero, él me golpeó, —dijo Ana entre lágrimas—, Me golpeó por el hecho de amarlo y, no conforme con eso, me rompió el corazón diciéndome unas palabras que nunca olvidaré, me dio a entender que le daba vergüenza salir con alguien como yo y que sí él quisiera salir con alguien con aspecto de mujer entonces saldría con una mujer, dijo que no era mujer ni hombre, era una especie de fenómeno, una abominación de la naturaleza. Yo me quedé sin nada que decir, pero de algo estaba muy segura, no sabía cómo ni sabía cuándo pero sabía que algún día me iba a vengar de lo que me dijo.

—Marcos no sería capaz de decir cosas cómo esas —dijo Jesús.

—¡¿Y cómo sabes?! No lo conoces, solamente lo vez cuando te conviene, ni siquiera es tu amigo, solo fingiste que te agradaba para estar más cerca de la persona con quien te engañe —dijo Ana.

—Te equivocas, lo he vigilado desde hace mucho tiempo.

—¿Qué? ¿Por qué? —Preguntó Ana.

—Por que digamos que no todos se creyeron tu falsa muerte, ni siquiera yo me creí que estabas muerta y tenía razón, y no sé cuál es tu objetivo pero no lo vas a lograr.

—Yo no tengo ningún objetivo. En cuanto Joaquín tenga la información que me diste, él se encargará del resto. Después de todo ya no queremos ver a más personas inocentes morir ¿O sí? Bueno, eso depende, sí Marcos vive aquí entonces ya no habrá más muertes, pero si Marcos no vive aquí entonces habrá más muertes. ¿Y sabes por qué Joaquín ha matado a todos esos chicos? ¿No? Pues yo sí.

—Su mensaje ha quedado claro con esos asesinatos, el que ha intentado ha sido meterme miedo. Pero créeme, que cuando se entere de quien eres, cuando se entere de quién es la persona que le ha pasado toda esa información, entonces la moneda se te va voltear Ana, sí se entera de quién eres, y claro que lo va saber, entonces vas estar en muchos problemas y vas a ir a dar a la cárcel —dijo Jesús.

Ana rio y dio algunos aplausos.

—¿Tú crees que no he pensado esto desde hace mucho tiempo? Ya tengo mi protección, tengo mi cuartada y por supuesto también tengo otro nombre. Ana ya no existe Jesús.

En ese momento Marcos salió del edificio y se metió enseguida a su vehículo. Ana y Jesús se escondieron y después de que Marcos encendió su auto, Ana fue tras él.

—Se podrá esconder, pero no huir —dijo Ana.

 

Conocí a Gilberto de la Vega hace 3 años en el extinto Boys. Gilberto estaba sentado en una mesa solo, se notaba que tenía muchas ganas de bailar así que Marcos y yo nos acercamos a él. Bailamos él y yo por un largo rato hasta que noté que no dejaba de mirar a los lados cómo sí estuviera buscando a alguien.

—¿Estás buscando a alguien? —Le pregunté mientras bailábamos.

—¿Qué? No, solamente estoy buscando el baño —respondió.

Entonces Gilberto vio a alguien de lejos y comenzó a bailar con más ritmo, yo me le quedé mirando sacado de onda pero sí eso me sacaba de onda entonces lo que haría después me confundiría aún más. Me besó. Fue un beso claramente fingido y después de un beso involuntario de más de 10 segundos le exigí una explicación, pensé que era de esos que matan el tiempo para después tener sexo insignificante pero no. Gilberto me contó que había acabado de terminar con su novio y lo quería hacer enojar. Nos fuimos a tomar algo y ahí me contó su triste historia. Me dijo que lo conoció por Internet y que llevaban tres semanas saliendo pero que él estaba ansioso por acostarse y Gilberto aún no se sentía preparado. Fue cuándo me entere de que Gilberto era virgen. Después me contó que su novio fue a tener sexo con otra persona y que encima le dijo que ya qué él no se lo daba entonces lo buscaría en otro lado. Eso fue lo que hizo reaccionar así a Gilberto esa noche.

—Y después de eso he intentado tratar de darle celos pero simplemente eso no se me da. Estoy cómo obsesionado con él, voy a todos los lugares que frecuenta con algún amigo sexy, me siento cerca del más guapo de mi clase para hacerlo enojar pero simplemente no puedo, hay algo en mis genes que no me lo permite —dijo Gilberto.

—Pues, perdón que te lo diga, pero es que no sé ¿Cómo te puede seguir gustando alguien que te dijo esas cosas? Digo, yo no soy un experto pero estoy seguro de que debe haber cientos de hombres gay allá afuera que querrían salir contigo —le dije animándolo.

—Gracias, —dijo Gilberto triste—. ¿Tú saldrías conmigo?

—No —le dije y di un sorbo a mi bebida.

—Tenía que intentarlo —dijo Gilberto.

Pero tres años después la cosa no había cambiado mucho con Gilberto. Él se seguía obsesionando con sujetos y le seguían poniendo el cuerno. Gilberto pensaba que quizás el problema no era que le gustaran los gais más insensibles, sí no que el problema era en realidad su mismísima personalidad.

Esa noche, él y yo íbamos a ir a una fiesta en una casa con motivo del comienzo de las posadas pero Gilberto me pidió que nos viéramos antes porque tenía algo, que según él, no podía seguir guardando. Gilberto llegó a mi casa y le abrí la puerta mientras aún me estaba arreglando.

—Tienes cinco minutos para contarme lo que te está pasando, ya vamos diez minutos retrasados —le dije.

—Bien, es simple pero bueno no a quien quiero engañar, no es simple de hecho creo que es lo más difícil que te he dicho jamás.

—¿Gil, todo está bien? —pregunté asustado.

—Sí, solo qué, —Gil tomó aire—, la otra vez estaba con Marcos en un bar, él intentaba de animarme pero después se fue a follar con un mesero a los baños, cuándo lo encontré me salí enojado y él fue por mí y cuando le estaba reclamando el me sorprendió.

—Oh mierda, ¿Te golpeó?

—¡No! Fue algo que me cayó más de sorpresa, me besó.

Me quedé sin habla, no había entendido.

—Te besó ¿Cómo? —Pregunté—. ¿Te besó en la mejilla, te besó en la frente o te besó en la boca? ¡¿O te besó de lengua?!

—Me besó. En la boca, y de lengua —respondió Gilberto.

—Sabes, quizás podremos retrasarnos más a esa fiesta. Dímelo todo.

Obviamente esto era más importante que cualquier fiesta, incluso sí en esta te daban ponche gratis.

 

Marcos Borreiro Ferreira y yo nos conocimos hace ya casi 6 años en mi primer día de preparatoria. Él ya no estudiaba ahí por qué como ya sabemos Marcos es mayor que yo por cinco años. Yo tenía 15 años, casi 16, y en ese mi primer día de preparatoria me encontraba perdido, no sabía a donde ir, a quien hablarle ni siquiera sabía dónde estaban los baños. Eso nos pasó a todos. En fin, me encontraba buscando el salón de química mientras organizaba las cosas en mi mochila cuando choqué con un maestro al que le derramé su café. Él solo me dijo ‘‘Sí serás pendejo’’, y siguió con su camino. Me sentí lo más torpe que pudiera existir en la escuela y estuve a punto de llorar cuando apareció Marcos quién salía del cuarto de limpieza del edificio.

—¿Qué estás haciendo? —Me preguntó Marcos aquel día.

—¡¿Qué no es obvio?! —Exclamé—. Perdón solo creo que estoy teniendo un muy mal primer día.

—No puedes llorar aquí, ¿Sabes lo que les hacen a los novatos que se ponen a llorar a la vista de todos? Los llaman mariquitas, o putos. ¿Y supongo que no lo eres verdad?

Me limpié las lágrimas y me quedé mirando a Marcos.

—No, no lo soy. Solo que cómo ya te dije no estoy teniendo un buen día, me he perdido cómo cien veces, nadie me habla, tengo ganas de hacer pipí desde hace dos horas, y… ah, bueno, simplemente nada me está saliendo como yo esperaba —le dije.

Marcos se me quedó mirando con lástima pero también con un poco de miedo. Se sintió mal de no poder hacer nada.

—¿Qué clase se supone que tienes ahorita? —Preguntó Marcos.

—Química, pero no encuentro el salón y no quiero reprobar y tampoco quiero dar una mala primera impresión a mis maestros y me muero de nervios —dije entre lágrimas.

—¿Qué te dije de llorar?

—Lo siento —le contesté.

—Déjame ver tu tira de materias, —dijo Marcos y tomó mi tira de materias—. ¿Y de que te preocupas? Ese salón es este que está aquí atrás justo a un lado de los baños, pero no te precipites por qué ese maestro nunca asiste a su primer día de clases después de un verano así que te propongo algo. Ya terminé de trabajar así que, ¿Qué te parece si nos vamos de aquí y nos tomamos una cerveza?

¿Saltarme una clase el primer día de clases? ¿Por qué no? Pensé.

—Claro, pero primero… ¿Esos son los baños? —Pregunté.

Después de haber ido a los baños, Marcos, me llevó a un Bar cerca de la escuela donde no necesite mi credencial de elector para entrar. Tomamos dos cervezas de lata y en el transcurso de ese tiempo yo ya tenía a mi primer amigo en la escuela, aunque no trabajara ahí. Marcos me había contado todo sobre él, sus padres se habían regresado a vivir a Brasilia y él se había quedado a estudiar y para pagarse sus estudios tenía que trabajar de medio tiempo en mi escuela limpiando baños y otras cosas. Me había contado todo, excepto su sexualidad.

—Y Andrés, ¿Qué dice la novia? —Preguntó Marcos.

—No, no tengo novia, creo que aun soy muy joven para esas cosas.

—Andrés vas en la preparatoria y tienes 15 años, ¿Sabes a que edad perdí yo mi virginidad? —Preguntó Marcos.

—No y no quiero saber —le respondí.

—A los 13. Iba en segundo de secundaria y fue con alguien que tenía tu edad y para él no había sido su primera vez.

—¿Dijiste él? —Pregunté.

—Sí. ¿Algún problema?

En ese momento me quedé congelado sin saber que decirle y cómo no le decía nada y él se aburría, decidió hacer algo que cambiaría mi vida por completo. Me besó. El beso duro unos segundos hasta que logré separarme de él, me había gustado pero también me molestó.

—¡¿Qué es lo que te pasa?! —Pregunté limpiándome los labios.

—Necesitaba comprobar algo y lo comprobé. Nunca has besado a nadie y lo que es más, aun, no has besado a nadie por qué no te gustan las mujeres, ¿No es cierto?

Miré fijamente a Marcos y solté una risa dándole a entender que no podía creer lo que había hecho ni lo que había preguntado.

—¿Qué es lo que buscas de mí? —Le pregunté.

—Quiero que me acompañes a una fiesta este viernes —dijo Marcos.

Genial, había hecho mi primer amigo en la escuela pero no era un estudiante, era mayor, y era el conserje de la escuela.

Al fin había llegado el viernes y nos fuimos a la dichosa fiesta donde conocí a quien en muy poco tiempo se convertiría en mi mejor amiga, Adriana. Adriana y Marcos asistían a la misma universidad aunque en diferentes áreas y se conocían desde el bachillerato. Marcos me presentó a Adriana y platiqué con ella por mucho tiempo y me contó que se había escapado de su casa desde hace 2 días por qué su madre estaba embarazada y estaba de mal humor, su padre las había abandonado cuando ella tenía 13 años y desde entonces Adriana se sentía con la necesidad de llamar la atención. Adriana había entrado a la universidad hace dos años y esperaba con ansías terminarla y después largarse de su casa para no volver jamás.

—Pero ya he hablado demasiado, cuéntame de ti, ¿A qué te dedicas? ¿Dónde vives? ¿Qué edad tienes? No sé, cuéntame algo —dijo Adriana.

—Bueno acabó de entrar a la preparatoria, vivo en Polanco con mi familia, tengo 15 años y no tengo idea de que contarte, suelo ser muy tímido a veces —le respondí.

—¿Por qué te trajo Marcos?

—Pues no sé, me besó y pensé que quería andar conmigo o algo así.

—Oh no, no, no. Marcos es muy distinto, sí te besa no significa que le gustes, significa que siente lástima por ti o algo así —dijo Adriana.

—¿Lástima por mí? Pero ¿Por qué? —Pregunté.

—No lo sé así siempre ha sido desde que lo conozco, hay muchas otras cosas que vas a ir descubriendo de Marcos. No le gusta que la gente se meta en sus asuntos y tampoco deja que se sepa lo que está pensando. Es muy extraño.

A partir de ese comentario comencé a sentirme más interesado en conocer a Marcos. Marcos era una persona con muchos secretos, muchos de los cuales nunca iba a revelar.

Y de vuelta a la actualidad, Marcos llegó a la misma fiesta donde estábamos Gilberto y yo. Marcos llegó pálido y me dijo que necesitaba hablar conmigo enseguida. Se notaba preocupado, incluso las manos le temblaban y parecía como si no pudiera ni hablar.

—¿Qué tienes? ¿Estás bien? —Le pregunté.

—Hay alguien qué me está siguiendo. Llámame paranoico pero es en serio y no solo eso, alguien me mando este mensaje de texto.

Dijo Marcos y me mostró su teléfono móvil con un mensaje que decía ‘‘Cuídate’’. Simplemente no lo comprendí, supuse que se lo debió mandar alguien de su familia pero enseguida él lo negó.

—Tenemos que hablar seriamente —dijo Marcos y nos alejamos un poco—. Desde que volví a ver a Ana en esa fiesta he tenido varios sueños, más bien, son como retrospectivas de momentos que viví con ella, en fin. La noche que Alan, el primer chico asesinado, fue a mi casa recibió ese mismo mensaje pero no le hizo ningún caso y me dijo que era un mensaje de su ex queriéndole meter miedo. Quizás sí le hubiera hecho caso él no estaría ahora muerto. Y no solo eso he soñado, la vez que terminé con Ana me dijo que esto aún no había terminado y que iba a regresar y después dijo que me cuidara. ¿No lo ves Andy? Jesús no es ningún asesino, Jesús es simplemente alguien más que está tratando de escapar de ese monstruo, ese monstruo llamado Ana, ella es la asesina.

Me quedé en impresionado.

 

Afuera de la misma fiesta, Ana estaba en su auto con Jesús aun secuestrado. Ana sabía claramente que por fin había llegado el momento que había esperado por mucho tiempo, y decidió disfrutarlo tanto como le fuera posible, y recordó lo que en verdad había pasado la noche en que ella desapareció.

Cómo Ana ya había contado, ella y Marcos terminaron en una fiesta de disfraces hace ya un tiempo pero no todo lo que ella le había contado a Jesús había sido verdad. Después de que Ana le hubiera propuesto a Marcos que huyeran juntos y después de que él se negara ella le siguió insistiendo para que él accediera.

—¡Marcos! Escúchame no te vayas aún, por favor al menos dime que vas a pensar en la oferta que te hice, ¿Qué no nos imaginas viviendo juntos alejados de toda la gente que nos conoce y lejos de los tabúes que nos pone esta sociedad? —dijo Ana aquella noche.

—Es qué Ana estás loca, ya no sabes ni que hacer para tratar de evitar que muera algo que ya hace un tiempo que está muerto. Te dije desde la otra vez que ya no quería volver a verte y sin embargo tu seguiste insistiendo, ¿Qué no te das cuenta? —Preguntó Marcos.

—Yo solo me doy cuenta que te amo más que a otra cosa en este mundo, te amo más que a nadie.

—Esto jamás debió pasar, la primera vez que dormimos juntos se debió quedar en el pasado y ya, ¿Pero qué fue lo que hiciste? Seguiste insistiendo en que estuviera contigo a base de mentiras, engaños y chantajes, date cuenta. Sí no terminamos esto ya alguien va salir herido.

—Es que tú no te das cuenta que sí te vas voy a ser yo la que termine herida o quién sabe, quizás podría terminar, ¡Muerta! Y bueno ya sabes que la policía de quién primero sospecha es de las parejas —dijo Ana tratando de intimidar a Marcos.

—Estás loca —dijo Marcos.

Cuando Marcos le dijo a Ana que estaba loca ella lo abofeteo, así es, Marcos jamás le había hecho daño físicamente a Ana, fue al revés.

—No te atrevas a llamarme nuevamente loca, ¿Me entiendes? Por qué si lo haces entonces van a ser más de una persona las que salgan heridas en este jueguito —dijo Ana.

—Yo me voy —dijo Marcos.

Marcos se dirigió a su auto y Ana iba tras él diciéndole lo mucho que lo amaba y rogándole que no la abandonara y cuando Marcos encendió su vehículo, las palabras que Ana gritaba ya eran muy distintas a las que decía hace unos momentos.

—¡Te vas arrepentir! Hijo de puta.                                                       

No pasó ni una hora para que Ana volviera a su casa a decirle toda la verdad a su entonces prometido, Jesús. Ana solo lo hacía porque sabía que si las cosas seguían así entonces ella terminaría por quedarse sin nadie, sin sus amantes y sin su prometido. Y cómo ya era de esperarse, cuando Ana le dijo le verdad a Jesús sobre su verdadera identidad, Jesús salió confundido del lugar y algo molesto. Ana estaba devastada ya que sus dos amores la habían abandonado la misma noche pero en vez de quedarse a llorar cómo cualquier otra persona, planeó una venganza, una venganza que tardaría tiempo en consumarse pero que ella creía que valdría la pena y entonces decidió hacer sus maletas y huir por un tiempo. Un tiempo en el que conocería a su nueva pareja, Arturo, quien también sería parte de su plan. Sí, Ana había vivido una vida llena de mentiras pero al mismo tiempo una vida de mucho dolor.

—Ya has comprobado que te dije la verdad, ¿Qué estás esperando para dejarme ir? Yo ya no puedo hacer nada más por ti —dijo Jesús.

—He hecho un pequeño gran cambio de planes.

Ana encendió el auto y se fueron.

Después de un largo viaje, Ana se estacionó en un lugar cerca de un barranco y lleno de árboles al sur de la ciudad. Ana bajó a Jesús del coche y ahí se encontraban los mismos sujetos que la ayudaron a secuestrarlo. Jesús entró en pánico, no sabía lo que le iban a hacer así que hizo un último intento por hacer cambiar de planes a Ana.

—Ana, Ana por favor tu sabes que no eres capaz de hacer estás cosas, y tampoco hay razón para que las hagas, yo nunca te hice ningún daño, por favor déjame ir —dijo Jesús desesperado.

—¿Qué nunca me hiciste ningún daño dices? —Dijo Ana entre lágrimas—. ¡Me abandonaste! Me abandonaste ¿Y por qué? ¿Por no ser completamente mujer para ti? ¿Por qué te daba un profundo asco? ¿Por qué? ¡¿Por qué me abandonaste sin decir nada?!

—Yo no fui quién te abandono. Tú fuiste la que me abandonaste. La noche en que me dijiste en realidad quién eras yo estaba muy confundido y necesitaba un lugar para pensar tranquilamente y después de mucho tiempo de haberlo pensado había llegado a la conclusión de que no podía dejar a alguien a quién en realidad amaba simplemente por ese absurdo detalle pero cuando regresé ya te habías ido y no esperaste siquiera a que volviera —dijo Jesús.

—¡No sigas mintiendo! —Exclamó Ana y lo golpeó en el estómago—. Hagan lo que quieran con él.

Ana se metió a su auto aun con lágrimas en los ojos y pensando sí estaba haciendo lo correcto. Mientras Ana veía cómo los sujetos golpeaban a Jesús, hizo una llamada.

—Tengo la información que querías —dijo Ana por teléfono.

—Muy bien, ¿Cuándo la tendré en mis manos? — Preguntó Joaquín.

—Mis hombres te verán esta misma noche afuera de tu casa y ellos te darán lo que necesitas y tú me darás mi dinero.

—Soy un hombre de palabra señorita. Ese miserable va a sufrir y en cuanto termine con él iré tras la última rata que me falta.

—Ya me encargué de eso —dijo Ana mirando cómo golpeaban y  arrojaban a Jesús al barranco.

 

Y de vuelta en la fiesta, ya nos encontrábamos todos ahí. Pasaban de las doce de la noche y Gilberto aún no sabía si hablar o no con Marcos acerca del beso. Gilberto se había emborrachado ya que sabía que borracho siempre le resultaba más fácil hablar de cosas cómo esas. Llevábamos hablando de eso él y yo durante más de dos horas y comenzaba a sacarme de quicio.

—¡Ya! ¡Cállate! Sí vas a decirle algo pues entonces ve y díselo en vez de estarme torturando a mí —le dije.

—No puedo, aún estoy demasiado sobrio cómo para decirle algo, además, que tal si quedó cómo un idiota, mejor no —dijo Gilberto.

—No tienes nada que perder, quizás solo fue un mal entendido. Si te dice que no significó nada entonces le dices que solo querías estar seguro de que eso era, un mal entendido.

—¿!Y qué pasa si no es un mal entendido!? ¿Qué pasa si me dice que quiere que seamos novios? No, yo no puedo con eso Andy, no soy cómo tú, yo me obsesiono con cualquier cosa.

—Gil, hay algo de lo que debemos hablar y creo que me vas a odiar por no habértelo dicho desde el principio. Cuando conocí a Marcos me besó, y me encontraba en la misma situación que tu aunque yo solo tenía 15 años. Pero mis dudas se desvanecieron cuando Adriana me dijo que así era Marcos, no besa por qué le gustes o por qué te amé, te besa cuando cree que lo necesitas, cuando estás en una crisis o estás pasando por un mal momento. Creo que deberías dejar esto ya por la paz.

—¿Qué estás tratando de decirme Andy? —Preguntó Gilberto.

—Lo que acabas de oír.

—Mierda —dijo Gil—. Todos estos días he estado dándole vueltas al asunto, incluso me he negado a verlo desde el beso y resulta que no fue nada, Dios mío, desde que León me engañó ando medio extraño, ¡Pero ya no más! No quiero que haya secretos entre nosotros Andy.

Gilberto había logrado que me sintiera extremadamente mal ya que después de todo si le había estado mintiendo estos últimos días con respecto a lo que pasaba entre David y yo. Y ya qué Gilberto quería llevar una amistad basada en la verdad, decidí revelarle lo que había estado haciendo últimamente. Tomé aire.

—Gil hay algo que debo decirte, y créeme que no quiero hacer que pierdas tus esperanzas en el amor pero debo decírtelo. Serás él único a quién se lo haya contado hasta ahora —le dije a Gilberto.

—¿Qué sucede, todo bien? —Preguntó Gilberto.

—No, nada bien. He estado engañando a Paul desde hace una semana y en serio créeme que no quería decirlo en estos momentos tan difíciles para ti pero tampoco quiero más secretos.

Gilberto, impactado por la noticia, se quedó mudo y se puso de pie. Encendió un cigarrillo, se puso sus manos en la nuca y suspiró.

—No puedo creerlo. Después de que viste lo dolido que estuve después de que León me hiso eso ¿Tú vas y decides hacerle lo mismo a Paul? No es justo ni para él ni para nadie Andy —dijo Gilberto molesto.

Gilberto se dirigió a la salida e inmediatamente fui tras él para solucionar el problema, pero parecía no hacerme caso.

—Gil, Gilberto detente, supuse que tenías que ser tu quién supiera esto primero que nadie, por favor, escúchame, no se lo puedes decir a nadie, aún no estoy preparado, no quiero que nadie salga lastimado.

—Andy date cuenta que hagas lo que hagas, tú, Paul y el amante van a salir lastimados. Yo no diré nada Andy por qué debes ser tu quién se los diga, adiós. —dijo Gilberto

Nuevamente salí tras él ya que se notaba que estaba muy enfadado. Y ahí, en medio de la calle Marcos y Alex estaban besándose mientras Marcos tocaba su trasero. Gilberto se fue aún más molesto y nos mando a tomar por culo a los tres. Por lo menos yo ya no era la razón principal del enojo de Gilberto.


 

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